Asamblea de trabjadores en el Bingo Flores de Buenos Aires

Bingo tomado por los empleados”. El cartel, en una hoja A4 y escrita con marcador, anunciaba lo que pasaría más tarde. Estaba pegado en la puerta del Bingo Caballito, pero la situación era la misma en las salas de Flores, Lavalle, Congreso y Belgrano.

Es que el conflicto no resuelto entre Lotería Nacional y el Instituto del Juego porteño terminó de la peor manera para los 400 empleados de las cinco salas de bingo que hay en la Ciudad: con las puertas cerradas y con los trabajadores tomando los edificios.

Los contratos para operar las salas vencieron a fin del año pasado. Los administradores consiguieron una prórroga que se venció ayer. Mientras, Lotería Nacional había iniciado el proceso para buscar nuevos dueños. Pero cuando trascendió que se el empresario K Cristóbal se encaminaba a quedarse con las cinco salas y el tema del juego se coló en la campaña porteña, el macrismo pegó el volantazo.

A través del Instituto del Juego porteño demandó a Lotería Nacional por haber quedado afuera del proceso. Y el organismo que depende del Gobierno nacional frenó la licitación.

Clarín intentó ayer comunicarse con funcionarios de Lotería, pero no respondieron los llamados. Desde la Ciudad dieron a entender que la situación los excede. “Sólo Lotería puede firmar otra prórroga”, explicaron.

Rubén Lombardi, representante legal de los bingos porteños, aseguró ayer que no tenían notificación oficial. “Esperábamos una prórroga por 90 días más. Hoy (por ayer) vino un fiscalizador de Lotería a avisar que esta noche nos cierran aunque no dejó ningún papel. Me parece una locura y no le encuentro sentido jurídico”, le dijo a Clarín.

Los más perjudicados son los 400 trabajadores. Ariel Fassione, secretario gremial del Sindicato de Trabajadores de Juegos de Azar de la Argentina (Aleara), estuvo toda la tarde recorriendo las salas. “Estamos adentro de los bingos y ahí nos vamos a quedar. Son 400 trabajadores los que se quedan sin trabajo. Impediremos el cierre y si es necesario los vamos a operar nosotros”, afirmó ante la consulta de este diario.

En tanto, Fabiana Cáceres, delegado del Bingo Caballito, amplió: “Cuando abrimos, se retiró el personal jerárquico y sólo estamos los empleados. Nosotros vamos a seguir trabajando, a seguir defendiendo nuestra fuente laboral hasta tener respuesta de alguien”.

La toma estaba decidida, aunque hasta anoche no sabían cómo seguiría. Porque si bien al quedarse dentro de las salas los empleados podrían ser denunciado por usurpar los edificios, la principal preocupación era que si seguían trabajando ya sin la autorización de Lotería Nacional, estarían incurriendo en el posible delito de juego ilegal.

Los bingos porteños se instalaron en la Ciudad a principios de los 90 y se prohibió expresamente en su habilitación el funcionamiento de juegos de azar que no fuera específicamente el bingo. En 1993, con la ordenanza 46.477, que habilitó los bingos en la Ciudad, aunque la concesión para el juego la otorgaba la Nación. Y además, el Código de Habilitación y Verificaciones porteño prohibía “el funcionamiento de entretenimientos electrónicos y electromecánicos tales como las denominadas tragamonedas”.Y fue la aparición de los tragamonedas en el Hipódromo de Palermo y en el Casino de Puerto Madero (todas de Cristóbal López) lo que influyó en la decadencia de los bingos. Dos cifras reflejan el presente. De los 2.000 empleados que tenían las salas en 2002 hoy quedan apenas unos 400. Y la deuda que los administradores mantienen con Lotería Nacional por haber dejado de pagar el canon es de alrededor de $ 140 millones. La licitación que se había puesto en marcha no permitía la incorporación de tragamonedas ni sumar más salas. ¿Por qué quedarse con un negocio poco rentable? En el caso de Cristóbal López porque tendría todo el juego de la Ciudad. El tercer oferente que seguía en camino es Samuel Liberman, dueño de un casino en Mendoza. En el sector del juego aseguran que el empresario tendría participación en las distintas sociedades que vienen manejando los bingos porteños.

Fuente: clarin.com