David Baazov
David Baazov, CEO y Presidente del Grupo Amaya

Cien millones de personas jugando ‘on-line’ suena a negocio redondo. Y eso es PokerStars, la web de este millonario llamado David Baazov. Le contamos cómo se juega de verdad esta partida, donde se sientan famosos, gurús informáticos y fondos de capital riesgo. Y atención: el póker es solo el comienzo…

Dice que el póker no es lo suyo, pero nadie se marca unos faroles más temerarios que David Baazov, el rey del juego ‘on-line’.

Este canadiense de 35 años es el dueño de PokerStars, compañía que compró en 2014 por 4900 millones de dólares (unos 4500 millones de euros) prácticamente sin poner un céntimo de su propio bolsillo, gracias a suculentos préstamos de la banca y de fondos de inversión, incluidos fondos buitre.

Baazov llegó con una idea muy clara. El póker on-line no solo era un negocio en sí mismo, sino la mejor puerta para dominar el mundo de las apuestas deportivas, que mueve aun más dinero que el póker. El pasado mayo fichó en cuestión de días a Neymar Jr. y a Cristiano Ronaldo para sus campañas de publicidad. El portal de filtraciones Football Leaks desveló que el contrato del astro brasileño ascendía a dos millones de euros anuales. ¿Caro? No tanto si se tiene en cuenta el rendimiento en términos de imagen.

Las estrellas deportivas favorecen la llegada del juego al gran público; lavan la cara de un negocio en entredicho por la irrupción de un nuevo perfil de ludópatas jovencísimos; y facilita la transición hacia el mundo de las apuestas deportivas, donde está el verdadero filón del juego on-line. Las cifras avalan la apuesta de Baazov. El número de jugadores con una cuenta en PokerStars ha pasado de 89 millones a 100 millones en todo el mundo. «Somos una empresa concentrada en tecnología de consumo. No compramos Rational [la matriz de PokerStars] por las apuestas; la queríamos porque tenía 89 millones de consumidores». Baazov prefiere no llamarlos jugadores, son «clientes». Y usa el eufemismo «juegos sociales» para referirse a los juegos de azar.

Incluso en un mercado tan restrictivo como el español después de la regulación, los españoles jugaron 6428 millones de euros on-line en 2014. 2859 millones con las apuestas deportivas y 2139 con el póker.
La apuesta de Baazov y los fondos de capital riesgo y la banca por PokerStar ha sido replicada por otros operadores, como su rival 888, con base en Gibraltar, que se ‘zampó’ a Bwin.party por un montante de 1289 millones de euros. Fondos muy poderosos de Wall Street como BlackRock, Cerberus, Apollo o Blackstone están transformando la industria del juego on-lineal respaldar estas operaciones que serían imposibles sin estos fondos detrás. Pero la compra de PokerStars por parte de Baazov fue el pistoletazo de salida.

Aquella operación ha pasado a los libros de texto de las escuelas de negocios como un ejemplo de cómo el pez chico puede comerse al grande, pues por aquel entonces Amaya -la semidesconocida compañía informática que fundó Baazov- era diez veces más pequeña que Rational. Hoy esa operación está bajo la lupa de las autoridades de Quebec, que el mes pasado imputaron a Baazov por cinco cargos relacionados con irregularidades en la adquisición de PokerStars.Baazov ha pedido una excedencia (remunerada) para quitarse de en medio mientras pasa el vendaval. Que el mismísimo CEO de una compañía pida una excedencia no es algo muy habitual, pero Baazov tampoco es un empresario corriente.

Hecho a sí mismo. 
No es la primera vez que Baazov se resguarda de un vendaval. Ya tuvo que hacerlo en su adolescencia. Pero en aquella ocasión el viento no era una metáfora de sus problemas legales. Era viento de verdad: cortante, silbante y helado. El que sopla en el crudo invierno de Montreal. Baazov dormía entonces en la calle, primero en los parques y cuando llegó el frío en las jaulas de castigo de las canchas públicas de hockey sobre hielo que hay por todas partes. Acampaba como un indigente en ese cubículo acristalado donde los jugadores esperan para cumplir su sanción antes de regresar al partido. Allí, el rebelde Baazov, al que su padre había echado de casa, se endureció. Y juró, en plan Scarlet O’Hara, que nunca más pasaría calamidades. Fue allí donde empezó a hacerse a sí mismo.

David Baazov nació en Israel, pero su familia, de origen georgiano, se mudó a Canadá cuando tenía un año. Es uno de los seis hijos de un albañil. Al pequeño David se le daban bien las matemáticas, pero se aburría en el colegio. A los 16 años le dijo a su padre, judío ortodoxo muy estricto, que no seguiría estudiando. Papá Baazov cogió un berrinche bíblico, le auguró que nunca llegaría a nada y lo echó de casa. El hijo pródigo se terminaría reconciliando con su padre, pero se salió con la suya y no fue a la universidad. Puso una tiendecita de ordenadores baratos, de los que se venden por piezas. Dicen sus amigos que era capaz de montar y desmontar un ordenador con los ojos cerrados. Quería ganarse la vida por sus propios medios, pero en su fuero interno también aspiraba a demostrarle a su padre que era capaz de triunfar. Y triunfar significaba ganar mucho dinero.

Consiguió un contrato para dar servicios informáticos a la biblioteca pública de Montreal. Le fue bien y vendió la empresa. Desarrolló luego una mesa de póker que permitía prescindir del crupier humano. La vendió a casinos y cruceros. Le fue mejor aún. Facturaba seis millones de dólares al año. Entonces fundó Amaya. Y la sacó a Bolsa. Las acciones se cotizaban por debajo de un dólar. Era el año 2010. Baazov se aprovechó de la proximidad de Montreal a Kahnawake, la reserva de los indios mohawk, que disfruta de privilegios fiscales para favorecer la economía de la población indígena, loables intenciones que en la práctica se traducen en un territorio offshore, tan de moda ahora por los ‘papeles de Panamá’. Y fue adquiriendo empresas digitales relacionadas con el juego on-line. Baazov compró Cadillac Jack, un fabricante de máquinas tragaperras. Esta compra fue financiada por GSO, la división de crédito de Blackstone, el fondo de capital riesgo (algunos prefieren llamarlo ‘fondo buitre’) más grande del mundo, que le prestó 110 millones de dólares. Sí, Blackstone, ¿le suena? El mismo fondo que compró 1860 viviendas de protección oficial a precio de ‘amigo’ al Ayuntamiento de Madrid y que tiene a muchos inquilinos, en régimen de alquiler, con la lengua fuera.

El pez chico va a comerse al grande  
Baazov le echó el ojo a una presa más grande. Quería comprar el grupo Rational, propietario de PokerStars. «Ni se te ocurra gastar un minuto de tu tiempo en eso», le aconsejó Daniel Sebag, su director de finanzas. Era una operación que desafiaba toda lógica. Primero porque PokerStars era un gigante en comparación con Amaya. Y además fabulosamente rentable, aunque nadie sabía cuánto, pues sus datos financieros se guardaban celosamente en la caja fuerte de sus oficinas en la isla de Man, otro territorio offshore. Segundo porque Baazov no tenía suficiente pasta como para hacer una oferta creíble. Y tercero porque los dueños y fundadores de PokerStars son herméticos y van por libre; casi unos ermitaños. Isai y Mark Scheinberg, padre e hijo por más señas. Además, ¿por qué iban a desprenderse de la gallina de los huevos de oro? Jugaba en su favor que los Scheinberg también son judíos canadienses. Y Baazov jugó sus cartas. Con audacia, con optimismo, con testarudez y con encanto. Esos fueron sus cuatro ases. Si tenía un quinto as bajo la manga, deberán dilucidarlo las autoridades.

Las negociaciones fueron de alta tensión y se pueden describir como una partida a tres bandas y con un doble farol por parte de Baazov. Voló al mar de Irlanda y se entrevistó con los Scheinberg, a los que ofreció comprarles el chiringuito. Los Scheinberg no sabían si reír o mandarlo a paseo. Insistió e insistió. Y se lo quitaron de encima de una manera poco sutil. Si quería empezar a negociar, primero tendría que poner sobre la mesa un cheque de 3000 millones de dólares respaldado por una entidad financiera. Solo entonces habría partida. Baazov no tenía ni de lejos tantas ‘fichas’. Les pidió que le enseñaran al menos los libros de contabilidad para poder convencer así a algún fondo de inversiones. Se negaron.

Inasequible al desaliento
Baazov no se rindió. Y se presentó en las oficinas de Blackstone en Manhattan para pedirles que comprasen una cantidad descomunal de acciones de Amaya a 18 dólares (en ese momento valían 7) para financiar la operación. Y se marcó otro farol, dijo que tenía medio convencidos a los dueños de PokerStars. Cuando los contables de Blackstone, ya atónitos ante la propuesta de comprar acciones de una oscura empresa informática casi al triple de su valor, le pidieron los libros de PokerStars para estudiar las cifras del negocio y Baazov les dijo que no los tenía, pero que se fiasen de su palabra, la reunión terminó de manera fulminante. Cuenta la revistaForbes que los de Blackstone salieron del despacho echando pestes y los asesores de Amaya con taquicardias. Pero Baazov tampoco se rindió entonces. Durante meses se fue camelando a todo el mundo. Consiguió que los Scheinberg le enseñaran las cuentas. Y entonces se supo que Rational tenía una facturación anual que superaba los 1100 millones de dólares, de los que casi la mitad (más de 400 millones) eran ganancias limpias

Los de Blackstone hicieron sus cábalas e invirtieron mil millones de una tacada. Otro fondo gigantesco, BlackRock -que gestiona 6 billones de dólares en el mundo-, también puso dinero. Y también la banca: Barclays y Deutsche Bank. Y Baazov reunió de este modo 4900 millones de dólares. A tocateja. Esta vez no iba de farol. Y los Scheinberg vacilaron. La oferta era demasiado tentadora. Y llegaba en el momento justo. Porque Isai arrastraba problemas con la justicia desde que fuera imputado por ofrecer póker on-line a jugadores estadounidenses a pesar de que el Congreso de Estados Unidos lo había prohibido desde 2006. PokerStars terminó llegando a un acuerdo, pero no había podido regresar al mercado estadounidense incluso después de que tres estados, Nueva Jersey, Delaware y Nevada, hubiesen levantado el veto sobre el juego on-line. Y padre e hijo pensaron que era buen momento para quitarse preocupaciones y hacer caja. Aunque tenían la posición dominante en el mercado, aspiraban a entrar en la lista Forbes y a no ser apeados de ella, por lo menos hasta la generación de sus tataranietos, y que no les pasara como a los magnates españoles del ladrillo, que llegaron arrasando y duraron lo que duró el espejismo. Baazov heredó el trono, pero las acciones de Amaya -que alcanzaron la estratosfera (más de 30 dólares)- se desplomaron cuando se conocieron sus problemas legales. Hoy rondan los 12. Baazov puede perder mucho, pero si algo ha demostrado es que nunca perderá la sangre fría. Y, como en aquellas jaulas de castigo de hockey de su etapa de homeless, espera con paciencia para regresar al juego.

Los creadores (Isai y Mark Scheinberg)
Baazov compró PokerStars a Isai y Mark Scheinberg. De origen judío lituano, Isai, el padre, se graduó en Matemáticas en Moscú y sirvió en el Ejército israelí. Trabajaba para IBM cuando se mudó a Canadá. Aficionado al póker y con sólidos conocimientos informáticos, creó PokerStars el 11 de septiembre de 2001, el mismo día de los atentados. Primero operó desde Costa Rica y luego desde la isla de Man, aprovechando sus ventajas fiscales. Con la venta de PokerStars, su hijo Mark de 42 años se ha convertido en la décima fortuna y el soltero más codiciado de Canadá.

El rival (Sheldon Adelson)
Me gastaré lo que haga falta para evitar que se juegue por Internet en Estados Unidos»,aseguró Sheldon Adelson, de 82 años, el magnate de los casinos y tragaperras de Las Vegas (y del fallido proyecto de Eurovegas en Madrid). Con un patrimonio de 26.000 millones labrado gracias a sus ruletas, Adelson tiene una cruzada particular contra el juego on-line. Alega que es un negocio «inmoral». Sin embargo, no dice nada de que le quita cuota de mercado, aunque sí advierte de que «pone en peligro los empleos de los 330.000 americanos que trabajan en la industria de los casinos».

El inversor(Stephen Schwarzman)
El capital riesgo ha pasado de las contraportadas de las revistas financieras a las portadas de los principales periódicos», presume Steve Schwarzman, de 68 años, presidente y fundador de Blackstone, un fondo que gestiona 7,6 billones de dólares. Schwarzman se curtió en Lehman Brothers en los años ochenta, la firma cuya quiebra anunció el principio de la crisis financiera. Blackstone es el primero de un grupo creciente de entidades que se han percatado del negocio del juego on-line. Su unidad de crédito, GSO, desembolsó mil millones de dólares para financiar la compra de PokerStars por parte de Baazov.

El algoritmo adictivo
PokerStars cobra un pequeño porcentaje por cada partida jugada (rake) y la inscripción a sus torneos (fees) a los jugadores. Antes de comprarla Baazov, Mark Scheinberg su creador disparó el valor de la compañía al implementar un software muy rápido y, según sus críticos, con un algoritmo de barajado proclive a las cartas ‘milagrosas’, lo que aumenta la adicción. PokerStars asegura que el barajado es aleatorio. La empresa aprovechó también el tirón de la fama de Chris Moneymaker (en la foto), un aficionado que ganó dos millones y medio de dólares en la Serie Mundial (el mayor torneo del mundo) de 2003, para la que se había clasificado en un torneo de PokerStars cuya inscripción costaba solo 39 dólares.

Don de gentes
Baazov es un excelente relaciones públicas. A pesar de los cargos contra él, y también contra su hermano Josh, ha anunciado que durante su excedencia preparará la compra de todas las acciones de su empresa, Amaya, al resto de accionistas. Mientras tanto, las riendas las ha tomado Rafi Ashkenazi, que fue gerente de la red ipoker (la competencia) durante siete años. Otro fichaje personal de Baazov.

Fuente: finanzas.com