“¿Qué se creen, que no quiere ganar y no le fastidia perder? Si les contestara yo, sería peor”. Un entrenador de un tenista español lanzaba esta reflexión durante el pasado Conde de Godó.
Las apuestas por internet y las redes sociales suponen una nueva dimensión en el tenis que afecta a los jugadores. Especialmente en el tenis masculino, donde más dinero invierten los apostantes. La situación no afecta sólo a quienes compiten habitualmente en el circuito ATP, sino también a quienes disputan torneos Challenger y Futures.
La tecnología pone en bandeja el contacto directo con los protagonistas. Basta con teclear el nombre de un tenista en el buscador de las redes sociales, donde se encuentran la mayoría de jugadores. Tras perder un partido, es frecuente que un tenista reciba mensajes ofensivos. Su derrota ha hecho perder dinero a quienes han apostado por él, y la venganza que ejercen algunos apostantes se encuentra a unos pocos ‘clicks’. Insultos, descalificaciones y amenazas abundan en la ley de la selva, lejos del cara a cara, en el refugio que supone internet. Incluso los jugadores que han ganado su partido en contra de los intereses de algunos apostantes, pueden ser objeto de estos abusos verbales.
Daniel Muñoz de la Nava relataba ayer en una entrevista a Punto de Break las amenazas de muerte y otros mensajes ofensivos que recibía frecuentemente. El serbio Dusan Lajovic también fue objeto de amenazas similares tras perder un partido en Sao Paulo.
Ante mensajes de esta naturaleza, algunos tenistas optan por ignorar al remitente. Otros, como el australiano John Millman, los exhiben con sentido del humor.
Y otros deciden plantar cara a los ataques. La semana pasada, tras perder contra Muñoz de la Nava en el Challenger de Moscú, Marcel Granollers desafió abiertamente en twitter a quienes le mandaron mensajes ofensivos, pero decidió borrar sus propios tuits posteriormente.
Fuente: puntodebreak.com