Fachada del Bingo Colón en Logroño
Fachada del Bingo Colón en Logroño

Con 1.711 millones de euros por ventas de bingo cerramos el año 2015 con un incremento del 2,6% sobre el año anterior. Un dato positivo que cambia una tendencia declinante sostenida durante los últimos doce años. Al cierre manteníamos abiertos 308 establecimientos.

El último incremento anual se produjo en 2003. Una excepción aislada en la tendencia que venía de los años anteriores y continuó en los posteriores, que se debió exclusivamente al alza del precio de la apuesta en el proceso de cambio de moneda, diferida un año sobre lo que hubiese sido deseable.

La fuerza de los hechos puso fin durante 2002 a la confusión que se generó en el proceso de transición al euro a finales de 2001. Por el contrario, la inversión de la tendencia de 2015 no se puede atribuir a un fenómeno inflacionario prácticamente ajeno al propio sector.

Importa, por lo tanto, establecer sus causas. CEJ las atribuye a la concurrencia de tres factores. En primer lugar, el incremento de la demanda interna. Medidas de carácter levemente expansionista adoptadas por primera vez durante el prolongado periodo de ajustes, con reducción de los tipos de interés y mayor disponibilidad de líneas de crédito por el Banco Central Europeo, reducción de las retenciones fiscales, y retrocesión de algunas medidas de ajuste, han propiciado una mejora del empleo y un incremento del consumo, que se ha extendido a prácticamente la totalidad de las comunidades autónomas. Reducciones de la anómala presión fiscal sobre el bingo, traducidas en el incremento del retorno en premios, han venido a sumarse a ese mayor tirón de la demanda interna, potenciándolo en aquellos territorios en que se han producido. Finalmente, la flexibilización de la regulación de los premios, mediante el establecimiento de bolsas de premios gestionadas por los empresarios ha hecho más dinámica la oferta, mejorando su calidad y su atractivo.

Comienza 2016 con algunas señales preocupantes en lo que se refiere al primer factor. Descienden notablemente los índices de confianza de empresarios y consumidores. Junto a esto, la crisis bursátil de las últimas fechas, que se atribuye generalmente al frenazo de los emergentes, especialmente China, dibuja sombras de una nueva recesión. Es por ello más necesario que nunca profundizar en los otros dos factores y extenderlos a todos los territorios.

Hay que poner fin a una presión fiscal nominal irracional en términos económicos. Al ser netamente superior a la de las restantes ofertas de juego, secuestra al bingo volúmenes de premios que sería necesario retornar al jugador para que sea la mayor circulación de dinero la que produzca los rendimientos óptimos tanto empresarial como fiscal, que no son otros que los que permiten la natural supervivencia del sector económico. En este sentido, a pesar del buen dato de 2015, no se puede olvidar que durante los años precedentes se ha reducido el tamaño del mercado a menos de la mitad y se han cerrado 160 establecimientos, el 35% de los existentes el año de la transición al euro. A pesar del lejano y constante acento puesto por CEJ en que la clave del éxito reside en el retorno en premios, y no en los márgenes brutos y en la presión fiscal nominal, está claro que algo no hemos sabido entender bien y explicar adecuadamente los empresarios, y quizá por eso, algo venimos haciendo mal, tanto empresarios como reguladores.

No debe cejar el empuje de los reglamentos de Bingo hacia una mayor flexibilidad normativa. Al contrario, hay que impulsarlo allí donde no ha llegado. Sobre la base de la reducción de la fiscalidad reclamada, que nos aproxime progresivamente a la estructura de juego imprescindible —incremento del retorno en premios hasta el mínimo del 75%— sin olvidar la necesaria flexibilidad en su administración, mediante grandes bolsas que permitan ajustar dinámicamente a la demanda los flujos de retorno de premios. El terreno idóneo para el despliegue por la innovación, que se impulsa desde CEJ, de sus efectos benéficos para el mercado.

No podemos ignorar que los cambios políticos producidos en algunas comunidades autónomas exigen un renovado esfuerzo de las organizaciones empresariales para explicar claramente a nuevos administradores tributarios y reguladores las claves de la deteriorada situación del sector. En ello cuentan con el compromiso de CEJ.
Después de un tiempo prudencial de adaptación de los nuevos responsables, que es preciso dar ya por amortizado, 2016 debe ser el año en que comiencen a aplicar las políticas de juego ya definidas.

Desde CEJ impulsaremos, en primer término, que las Comunidades autónomas que en la actualidad están analizándolos aprueben modelos de bingo basados en el «Bingo Electrónico de Sala». Las distintas versiones hasta ahora aprobadas, «e-Plus» vasco, «BES» canario y «Dinámico» madrileño, facilitan a nuestro cliente más tradicional el acceso a las nuevas tecnologías. Hasta la fecha, por motivos reglamentarios, no se han podido incorporar a las pautas de juego tradicionales, las ventajas de las modalidades de «Bingo Electrónico en Red», en los ámbitos del control, la flexibilidad de gestión y la innovación permanente que facilitan las tecnologías de la información. 2016 debería ser, así, un año de crecimiento del «Bingo Electrónico en Red», el desarrollo de cuyo verdadero potencial se derivaría de la paulatina incorporación de público familiarizado a través del «Bingo Electrónico de Sala» con la utilización de las terminales electrónicas. Al «Bingo Electrónico en Red» la circunstancia le exige un considerable esfuerzo de innovación para hacerlo posible. También en 2016 deberemos ver implantada la oferta de apuestas, en los territorios donde todavía no existe, y mejorar sustancialmente la oferta de la nueva tipología de máquinas multipuesto.

Las Administraciones públicas están en la encrucijada. O continuar manteniendo el modelo actual, o invertir en el nuevo modelo. El camino trillado nos ha llevado a cierres recurrentes de establecimientos, pérdida de tejido empresarial, destrucción del empleo, aumento del gasto social y caídas continuadas de la recaudación tributaria. El camino de la innovación, que ya han emprendido algunas, combinando cartón de papel y electrónico, impulsa el juego del Bingo como hecho diferenciador en nuestros locales, para generar demanda con estructuras de juego adecuadas, primando la actividad como herramienta de creación de empleo y riqueza.

Como empresas privadas, más si cabe en este sector súper-regulado, necesitamos que las Administraciones entiendan que los resultados de sus políticas corren parejos a los de nuestras empresas. Precisamos su inteligencia y cooperación en la consecución de objetivos de incremento de la actividad, único motor posible de la inversión en nuestros establecimientos. De conseguirlo depende que en 2016 se repita el dato positivo de 2015 y se consolide la reversión de la tendencia de los últimos lustros.