Casino Cirsa Valencia
Casino Cirsa Valencia

La crisis ha cambiado muchas cosas, y el negocio del juego no ha sido una excepción. La menor disponibilidad de fondos entre los potenciales clientes y la estricta legislación que pesa sobre estas instalaciones en materia de promoción y publicidad ha hecho que busquen alternativas que, en los últimos años, se han convertido en lineas de negocio que, poco a poco, están dejando de ser tangenciales.

Javirer Gutierrez, Director General Casinos Valencia
Javirer Gutierrez,
Director General Casinos Valencia

«La capacidad de innovación en los casinos era antes muy limitada, pero nos hemos puesto las pilas«, asegura Javier Gutiérrez, director del Casino Cirsa Valencia. De las antiguas salas en las que la oferta no había variado en cien años, la aplicación de las nuevas tecnológicas está incluyendo alternativas que pasan por mesas de cartas virtuales, ruletas on line…

Sin embargo, uno de los cambios más llamativos está siendo la atracción al casino de clientes no jugadores o que, en principio, no incluirían entre sus prioridades de ocio un lugar de juego. «En Valencia empezamos con espectáculos de ‘stand up comedy’ (monólogos) en 2011 y, al ver que funcionaba, empezamos con las cenas tributo a grupos musicales y cantantes en 2012. Ahora estamos programando cada dos meses conciertos de bandas de pop e indie», enumera Gutiérrez.

Otros casinos de la Comunitat están siguiendo una estrategia parecida y los resultados económicos están respaldando la estrategia. «Aunque es difícil decir qué parte del negocio total viene de público atraído por estas actividades y que luego pasa a jugar, sólo el negocio de espectáculos y gastronómico significa el 20% de las visitas del casino«, reconoce su director. El ejemplo más claro de la evolución hacia ese modelo de negocio es el caso de Las Vegas, donde más de un 50% de los ingresos vienen de lo que el sector denomina ‘no gaming’, mientras que en los países emergentes, como Macao, el juego es el rey.

Además, estos servicios cuentan con una ventaja frente a los habituales de un local de juego: los impuestos. Mientras que las actividades culturales se enfrenta a una fiscalidad del 21%, los ingresos por el juego cargan con el 45%, independientemente del juego del que se trate. «Por ejemplo, la organización de un torneo significa un gasto extra al casino, al igual que en un juego de círculo (el que enfrenta a los jugadores entre sí, pero no contra la banca y en el que el casino solo obtiene una comisión). Sin embargo, el legislador le aplica los mismos impuestos que al resto», apunta Javier Gutiérrez.

La estrategia de reforzar nuevas líneas de negocio no significa dejar de lado al cliente habitual, en su mayoría foráneo. A día de hoy, un tercio es público local, frente a otro tercio que procede de otras zonas de España y el resto, del extranjero. Este último grupo ha crecido en cinco años más de seis puntos en Valencia, por lo que sigue siendo clave en el negocio.

En España la regulación del juego es competencia de las comunidades autónomas y en la Comunitat Valenciana las licencias de casino están repartidas entre tres operadores, uno por provincia. Concretamente, en Valencia opera Cirsa, mientras que en Alicante lo hace la valenciana Acrismatic y en la provincias de Castellón, el Grupo Orenes.

Técnicamente se trata de un mercado cautivo, ya que los adjudicatarios no se enfrentan a una competencia directa; pero tienen que asumir a modo de contraprestación unas constricciones operativas. En todo caso, sólo unos días antes de las pasadas elecciones autonómicas y municipales entraba en vigor el nuevo Reclamento de Casinos de Juego de la Comunitat Valenciano.

La norma incluía nuevas modalidades, como el Triple Black Jack, el Texas Póker de Contrapartida, el Triple Juego y el Texas Hold’em Póker Bonus, pero también otros aspectos como la prestación de servicios complementario sin limitación en las salas de juego. Se trata de servicios de bar, restauración, espectáculos y fiestas que la anterior reglamentación solo permitía de forma separada.

Esto, sumado a la libertad para abrir las 24 horas del día, y no hasta el límite de 20 horas que fijaba la normativa anterior, ha ofrecido posibilidades de cubrir un hueco de mercado en el que los casinos no tienen competencia. “Es habitual que, si un grupo de personas lleva en un vuelo nocturno sean remitido por los propios hoteles al casino para que cenen, ya que no cerramos cocina”, señala Javier Gutiérrez.

Fuente: lasprovincias.es