Casino de Baden-Baden, en la Selva Negra de Alemania

La Selva Negra (Schwarzwald, en alemán), es la región montañosa más grande Alemania después de los Alpes bávaros. Este macizo montañoso de 130 kilómetros de longitud ubicado al suroeste del país, en el estado federado de Baden-Wurtemberg, debe su nombre a los romanos, que la bautizaron como silva nigra.

Aunque el negro no es el color que caracteriza a este macizo, ni tampoco es un paisaje selvático, ya que predominan los árboles de hoja caduca, los romanos la llamaron de esa forma tras quedar impresionados por la densidad de sus bosques y la oscuridad de sus caminos. Según las crónicas de la época, los romanos temían caminar entre estos densos bosques, por lo que decidieron asentarse en los bordes de las colonias.

Entre sus tupidos bosques y profundos valles no hay grandes núcleos urbanos. Las dos ciudades más importantes de esta región son Friburgo de Brisgovia y Baden-Baden, aunque este paisaje, que parece sacado de un cuento de hadas, también alberga pequeños pueblos encantadores con casitas de madera. Friburgo, considerada como una de las ciudades más bonitas de Alemania, es la puerta de entrada de la Selva Negra en su extremo sudoeste. Esta urbe universitaria, con poco más de 200.000 habitantes y situada en la depresión del Rin, es famosa por su belleza medieval y por ser la capital ecológica del país. Antes de llegar a Baden-Baden se encuentra el pueblo de Gengenbach, en cuyas calles se ha rodado la película Charlie y la fábrica de chocolate (2005).

A poco más de 100 kilómetros al norte de Friburgo se encuentra Baden-Baden. Esta ciudad balnearia, antiguo destino de veraneo europeo, es la puerta de entrada norte a la Selva Negra. Una urbe que vivió su máximo esplendor en la segunda mitad del siglo XIX y comienzo del XX, especialmente porque fue el lugar elegido por la aristocracia rusa para disfrutar de sus vacaciones. A pesar de ello, la fama de este lugar empieza en tiempo de los romanos, que descubrieron las propiedades curativas y terapéuticas de las aguas termales que brotaban del subsuelo de Baden-Baden. Un antiguo balneario por el que pasaron emperadores, senadores y aristócratas. Sin ir más lejos, el emperador Caracalla mandó construir sus propias termas. Hoy en día se pueden visitar las rutinas de este balneario romano con más de 2.000 años de antigüedad, ya que se ha transformado en un museo subterráneo.

Combinación de tradición y modernidad

Baden-Baden es una ciudad conocida mundialmente por sus famosos balnearios, pero también por su imponente casino. El establecimiento de juego se encuentra ubicado dentro del castillo de Kurhaus, un edificio que fue construido a principios del siglo XIX, concretamente entre 1821 y 1824, por el arquitecto alemán Friedrich Weinbrenner. Este urbanista también fue el encargado de la planificación urbanística y edificatoria de la ciudad de Karlsruhe, la segunda urbe más grande del estado de Baden-Wurtember, donde creó uno de los conjuntos neoclásicos más bonitos de toda Europa. Un diseño que representó en el casino de Baden-Baden, cuyo exterior está planteado en estilo neoclásico con grandiosas columnas corintias. Su interior destaca por su elegancia y una cuidada decoración con aires de los palacios franceses.

El casino de Baden-Baden es uno de los más antiguos del continente europeo, ya que tiene más de 250 años de historia. En sus primeros años, el establecimiento de juego no cobró la relevancia que le hubiera gustado a sus propietarios. Una situación que cambió a partir de 1830, especialmente tras la prohibición de los juegos de azar con dinero en Francia. Dada la proximidad del país galo y la ciudad alemana, los aficionados a las modalidades de juego decidieron cruzar la frontera para disfrutar de la oferta de ocio del casino de Baden-Baden. Poco a poco, los nobles y aristócratas de todo el mundo acudieron a este lugar para probar fortuna en algunos de los juegos de azar más populares de la época.

En la actualidad, el establecimiento de juego alemán sigue manteniendo ese encanto de sus primeros años. Entrar por sus puertas supone un viaje hacia la época de la Belle Époque, tanto por su ambiente como por su decoración. Cada tarde, los candelabros de gas de los jardines del castillo de Kurhaus se siguen encendiendo de forma manual para conservar las costumbres antiguas. De las inmensas salas de su interior cuelgan lámparas majestuosas protegidas por numerosas esculturas que custodian las mesas de juego, por las cuales han pasado toda clase de personajes célebres a lo largo de su historia. La actriz y cantante alemana Marlene Dietrich afirmó que era “el casino más bonito del mundo”, mientras que el escrito ruso Fiódor Dostoyevski fue uno de los jugadores más conocidos del casino de Baden-Baden, debido a su debilidad por el juego de la ruleta.

En el casino de Baden-Baden se respira un sentimiento especial por la ruleta. De hecho, los aficionados a esta modalidad pueden encontrar hasta seis mesas de ruleta americana y dos mesas de la ruleta francesa clásica. Además de esta modalidad, el famoso establecimiento de juego alemán cuenta con majestuosas salas con juegos de cartas, con cinco mesas de blackjack y otras mesas de poker. A pesar de su tradición por los juegos de azar más clásicos, este lugar también se ha adaptado a la modernidad instalando una gran cantidad de máquinas tragaperras y ruletas electrónicas. Una combinación única de tradición y modernidad que lo convierten en uno de los paraísos del juego en el continente europeo.

Un enclave único en un lugar mágico como es la Selva Negra. Una parada obligatoria para los amantes de los casinos y los juegos de azar, pero también para todas aquellas personas que quieran realizar un viaje en el tiempo a la Belle Époque. No hay duda que se trata de un establecimiento de juego que hay que visitar al menos una vez en la vida. Además, el Casino Baden-Baden conforma un complejo de ocio que incluye un hotel, un restaurante, una sala de conciertos y un spa. Todos los elementos necesarios para disfrutar del mejor entretenimiento en una de las ciudades más elegantes de Alemania.