El fiscal solicita cinco años de prisión y el pago de 11.488 euros a los dos acusados de robar en el bingo de Zamora, donde forzaron 64 máquinas tragaperras y similares, dos cajas registradoras, una caja fuerte, un expendedor de tabaco y causaron importantes destrozos en las instalaciones.

La acusación particular, que exige las misma penas de prisión, aumenta hasta 13.117 euros por la cantidad robada y los despefectos ocasionados que pide como indemnización.

Los dos imputados, que admitieron conocerse desde hace años porque vivían en Madrid, investigados en otro robo de un casino de Valladolid en fechas próximas, negaron haber estado en Zamora la madrugada del 27 de julio de 2015, cuando tuvo lugar el suceso, entre las 5.00 horas y las 8.30 horas, a pesar de que le reconoció por fotografías uno de los trabajadores del establecimiento.

Se trata de quien estaba ese día en la recepción, vio entrar a dos personas que no conocía y cuya «actitud me pareció sospechosa» porque «una fue a las tragaperras y estuvo muy poco tiempo; la otra, simplemente se quedó en la puerta» y entró a buscar al otro. El trabajador reconoció en fotografías al imputado de iniciales J.I.A.R., con 22 antecedentes penales, cuando la Policía Nacional le citó para declarar en la instrucción. Frente a esa identificación durante las primeras diligencias, los dos abogados de la defensa, que exigen la absolución por falta de pruebas directas, insistieron en la mala calidad del vídeo de la cámara de seguridad que grabó a los ladrones, «de baja resolución, poca luz, con imágenes que se pixelan al ampliarse» y, por tanto, dificultan ver con claridad quiénes son las personas que actúan en el saqueo del local.

El procesado J.I.A.R., que declaró por primera vez ayer en el juicio celebrado ayer en el Juzgado de lo Penal, aseguró que en el día del robo se encontraba en Madrid «haciendo gestiones a su mujer», para lo que se desplazó en taxi entre las 5.45 horas y las 6.00 horas, una prueba a la que restaron credibilidad la Fiscalía y la acusación particular por carecer de datos que la validen como legal, indicaron. J.I.A.R. manifestó, a preguntas de la fiscal, que se dedica a la reparación de todo tipo de artículos de segunda mano, «electrodomésticos, neveras, todo lo que venga», con lo que gana «unos mil euros al mes», pero sin cotizar a la Seguridad Social, «no estoy dado de alta», explicó a preguntas de la magistrada. No tuvo reparos en levantarse el pantalón y enseñar en el juicio el tatuaje que tiene en el gemelo derecho para demostrar que no se trata de la cara de un mujer, como un testigo manifestó creer haber visto, sino de un cementerio. Este gesto le sirvió para volver a negar no fuera uno de los tres hombres que un empleado del servicio de limpieza viaria de la capital vio salir corriendo de las instalaciones de juego, situado en el cruce de la avenida de Requejo y la calle de Regimiento de Toledo. El otro acusado,F.J.C.F., militar durante diez años y hasta hace tres años, también negó tener un tatuaje de una mujer en la pierna, así como una cicatriz en la parte de atrás de la cabeza, datos identificativos que fueron descritos en la instrucción.

Los abogados de la defensa insistieron en que las huellas tomadas en el bingo de Zamora no coinciden con ninguno de los dos imputados, por lo que, ante las dudas de su participación en el asalto, exigieron la absolución.

El acusado J.I.A.R. ya fue condenado por el Juzgado de lo Penal por una tentativa de robo en la capital de Zamora, en el que se confesó culpable «porque lo hice».

Fuente: laopiniondezamora.es