l «chance ilegal», una lotería no autorizada muy arraigada en la costa Caribe colombiana, está en la mira de las autoridades por el impacto negativo que tiene en las finanzas regionales y en las empresas legales este negocio que también involucra al crimen organizado.

El juego de las apuestas permanentes o «chance» es una modalidad en la cual el jugador indica el valor de su apuesta y escoge un número de máximo cuatro cifras que, si coincide con el resultado de la lotería o juego autorizado para el efecto, gana un premio proporcional al monto apostado.

La práctica ilegal, que funciona de forma paralela, roba un gran porcentaje de los impuestos que son destinados a la salud y es usada por las llamadas bandas criminales (bacrim) para el blanqueo de dinero, según las autoridades.

Justamente la semana pasada se emitió la primera condena por ese delito en Colombia contra Henry Solano Escorcia, un carpintero de Soledad, ciudad del área metropolitana de Barranquilla, que fue sentenciado a 63 meses de cárcel por comercializar chance ilegal.

El director ejecutivo de la Federación Nacional de Departamentos, Amylkar Acosta Medina, declaró a Efe que no existe un estudio sobre el monto que dejan de recibir las regiones por el chance ilegal, pero se calcula que la cifra puede llegar a medio billón de pesos (unos 160 millones de dólares).

«Las cifras que manejan los operadores del chance legal dicen que en 2015 transfirieron por derechos de explotación 516.991 millones de pesos (unos 167 millones de dólares) y se considera que hay aproximadamente entre un 40 y un 50 % de ilegalidad», agregó Acosta.

A lo que aportaron los operadores del chance legal hay que sumar 600.000 millones de pesos (unos 194 millones de dólares) en recaudo por concepto de IVA.

Además de las acciones judiciales emprendidas por la Fiscalía y la Policía contra estas organizaciones, en el departamento del Atlántico, cuya capital es Barranquilla, las autoridades trabajan en programas que buscan integrar a la legalidad a quienes se dedican al chance ilegal o «la blanquita», como es conocida esta lotería.

Un comerciante que durante muchos años se dedicó a vender «la blanquita» en Barranquilla y después hizo parte del proceso de «integración a la legalidad», liderado el año pasado por el entonces gobernador José Antonio Segebre, explicó a Efe que ahora «prefiere la tranquilidad de ganar un poco menos, a estar ante la zozobra y perseguido por la justicia».

«Algunos están vendiendo el chance legal y ‘la blanquita’ al mismo tiempo, pero son pocos los que quedan en ese negocio», agregó el sujeto, quien pidió mantener su identidad bajo reserva.

Según el secretario de Hacienda del Atlántico, Juan Carlos Muñiz, ese departamento «perdía 10.000 millones de pesos (unos 3,3 millones de dólares) de los recursos para la salud cada año, pero tras el acuerdo con los vendedores de ‘la blanquita’ el recaudo aumentó un 25 %».

El coronel Pablo Díaz, subdirector de la Dijín, departamento policial responsable de investigar el crimen organizado, afirmó que en este momento su trabajo busca desvertebrar las fuentes de financiación de bandas criminales como el Clan Úsuga y Los Costeños, que tienen entre sus negocios chance ilegal en la costa atlántica.

El gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa, afirmó que la Policía y el resto de autoridades tienen conocimiento de lo que está sucediendo alrededor de las apuestas ilegales y ya se están tomando medidas para contrarrestarlas.

El chance ilegal tiene toda una estructura piramidal en cuya cúspide está el «plantero», persona que aporta el dinero para pagar los premios que se rifan, y debajo la «contabilidad», que lleva el registro de gastos y ganancias.

Escoltas fuertemente armados, llamados «recolectores», son los encargados de recoger las ganancias diarias en los puntos de venta, mientras que otro grupo, conocido como de «escrutinio y conteo», contabiliza la cantidad de apuestas ilegales vendidas y los números anotados.

Una pieza fundamental en la organización es el «pachanguero» o «banquero», contacto directo con los vendedores y encargado de reclutar a las personas que venden «la blanquita» en las calles.

Los vendedores, por cada 100.000 pesos (unos 32,5 dólares) que reciban de apuestas obtienen una comisión del 35 %, el doble de lo que les pagan las empresas legales, por lo que este negocio, como todo lo ilegal, acaba siendo tentador para muchas personas.

Fuente:terra.com.mx