Un dilema mudo atraviesa la gestión de María Eugenia Vidal . Viene opacado por internas mucho más vistosas, como las que en las últimas semanas enfrentaron a macristas, lilitos, radicales y peronistas por el frente judicial, el gas o el ajuste. Silencioso, el dilema tiene que ver con el futuro del juego bonaerense o, más precisamente, con quién controlará los casinos durante los próximos 21 años.

Desde que llegó a la gobernación, Vidal estableció un norte frente al juego: restringir la oferta cada vez que se abriera una oportunidad y no implicara quebrantos para la provincia. En paralelo, impulsó algunas medidas para transparentar el puente que une al juego con la política.

La licitación de la operación de 3860 máquinas tragamonedas en siete de los doce casinos bonaerenses, anunciada en enero por Vidal, perseguía ese fin: era la primera vez en 23 años, desde que el juego pasó al control provincial, que se iba a realizar una licitación. Desde 1995, las licencias de casinos y bingos se vienen dando de manera directa y se prorrogaron mediante parches, muchas veces antes de término y en período -de recaudación- preelectoral.

En enero, Cambiemos venía fortalecido por los comicios de 2017 y una economía en crecimiento. Se presentaba una ventana para abrir una licitación que pudiera atraer a empresas internacionales con capacidad para competir en igualdad con Boldt, la firma de Antonio Tabanelli que desde el duhaldismo opera los slots de casi todos los casinos bonaerenses. Esos mismos jugadores internacionales y algunos operadores locales pidieron estirar los plazos de la licitación para poder adecuarse a las condiciones de los pliegos.

Vale un detalle. Esos pliegos se confeccionaron «clandestinamente»: el equipo del titular de Lotería y Casinos, Matías Lanusse, los armó fuera de las oficinas que la entidad tiene en La Plata. Cuando, en medio de esa tarea, desconocidos intrusaron despachos y violentaron cajones en busca de los pliegos, confirmaron sus sospechas: que los hombres del juego prefieren anticipar su suerte.

Para terminar de despejar intrigas, el pliego una vez terminado fue colgado en la página web de la entidad. Para participar en la licitación había que comprarlo, pero cualquiera podía verlo. Los bienintencionados entonces se acercaron a Lotería con otro pedido: querían ver «el pliego de verdad». Costó hacerles creer que era el mismo que se publicaba.

Lotería y Casinos de la provincia accedió a estirar los plazos. Pero lo que vino fue la corrida cambiaria y la tormenta financiera: todos los grandes jugadores se retiraron de la licitación. Solo quedaron tres locales en pie: el entrerriano Daniel Mautone (Casino de Victoria), Ricardo Glazman (Bingo Pilar) y Boldt, el único «grande», que se anotó en la pelea por todos los casinos. Más de un operador que se quedó afuera de la puja se acercó para aportar artilugios para clausurar la licitación, declararla desierta, barajar y dar de nuevo. Consejos para evitar que se oscureciera el «gran anuncio» de Vidal: que la primera licitación en la historia sirviera para que el ganador fuera el mismo de siempre: Boldt.

De allí viene el dilema que atraviesa la tropa de Vidal. En La Plata lo descartan: manipular la primera licitación en la historia para evitar la noticia indeseada no es una opción, afirman. «Ser y parecer» no pueden entrar en contradicción, insisten.</p>

Ayer, como reveló la nación, Vidal tuvo un alivio: al cerrarse la primera etapa de la licitación, Mautone obtuvo más puntos que Boldt en la pelea por dos casinos. La empresa de Glazman terminó muy cerca en la puja por otras tres salas. Aún falta la segunda etapa de la licitación, la que otorga puntos para quien ofrezca una mayor ganancia a la provincia. En La Plata cruzan los dedos.

Fuente: lanacion.com.ar