Las ruletas del Gran Casino Aljarafe se preparan para que ruede la bola de una nueva apuesta empresarial.

El gigante austríaco Novomatic acaba de sellar la adquisición del único gran establecimiento de juegos de azar que existe en Sevilla (la compra se ha articulado a través de su filial Admiral Casinos).

Se trata de la segunda gran operación que esta compañía cierra en Andalucía en los últimos tiempos, ya que recientemente ha reabierto el Casino de San Roque tras desembolsar más de 20 millones de euros. En el caso del recinto de Tomares, durante los próximos meses Novomatic hará una «importante inversión para ofrecer una innovadora y amplia propuesta de juego, espectáculos y gastronomía», según indica la web especializada World Casino News.

Después de un largo y tortuoso proceso administrativo para lograr todas las bendiciones legales (la Junta de Andalucía concedió la licencia tras un concurso público en 1998 y hasta el 2004 hubo un litigio para dilucidar si la adjudicación se había realizado correctamente), este centro de ocio abrió definitivamente sus puertas en 2006. Al año siguiente de su inauguración hubo incluso que repetir el concurso para la concesión de la licencia.

Su promotor es el magnate británico Judah Binstock, millonario de origen judío afincado en Marbella, donde es uno de los mayores propietarios de suelo urbanizable y mantuvo unas muy estrechas relaciones con el equipo municipal de Jesús Gil. Ha sido su primogénito, Josiane Rinaldo Binstock, quien ha estado al frente del Gran Casino, que controla a través de las sociedades Casino Híspalis y Ocio y Valores.

En su origen, los planes de negocio del Gran Casino fueron muy optimistas ya que se trazaron en los años del boom del ladrillo. La familia Binstock —que tenía experiencia en el sector tras haber regenteado otro casino en Londres— invirtió más de 30 millones para poner en marcha el proyecto y, para ello, reutilizaron un edificio de 7.000 metros cuadrados de superficie que se había proyectado inicialmente para ser un hospital privado.

El estudio de arquitectos sevillano 7RV29 fue el encargado de transformar este inmueble en un espacio de ocio con una sala que hoy alberga centenares de máquinas tragaperras, mesas para jugar a black jack, ruletas francesa y americana o timbas de póker. Además, el casino dispone de una sala privada para juegos de mesa. La otra gran baza de este negocio eran los cinco restaurantes temáticos y una sala de fiestas que podía acoger conciertos y espectáculos.

Pérdidas

Sin embargo, la llegada de la crisis y la abrupta caída del consumo le restó brillo a este gran complejo de ocio. Un súbito recorte en el presupuesto (en aspectos como el personal o el marketing) provocó en los años posteriores a su apertura una manifiesta pérdida de calidad en la oferta de ocio. En realidad, los Binstock nunca han conseguido que el casino sevillano sea un negocio rentable: desde 2010 acumula unas pérdidas cercanas a los 10 millones de euros, una cifra que se elevaría a 20 millones si se suman las pérdidas acumuladas desde que se iniciaron las gestiones para abrir el casino en 1998.

Aún así, el pasado año el Gran Casino mejoró su situación económica. Esta compañía obtuvo en 2015 unos ingresos de cinco millones de euros (un 27%más que en el ejercicio precedente). La mayoría de las ventas procede de las mesas de juego y las máquinas de azar (que suman cuatro millones), mientras que la restauración aporta 700.000 euros (según las cuentas depositadas en el registro mercantil). Este incremento en la cifra de negocio le permitió reducir sus números rojos, que se situaron en 1,3 millones de euros (casi la mitad que en 2014). Ahora será Novomatic la encargada de darle definitivamente la vuelta a esta situación financiera.

Fuente: sevilla.abc.es