Los amaños en el fútbol se han convertido en una de las grandes lacras del deporte rey. De un tiempo a esta parte, las apuestas ilegales se han convertido en una tónica tan habitual que han obligado a que se tomen cartas en el asunto para tratar de evitar que quede empañado el deporte puro y duro. Pero parece que los apostadores han encontrado un resquicio legal a través del que seguir enriqueciéndose levantando menos sospechas.


El último caso de apuestas ilegales en el fútbol ha tenido lugar en la Europa League. Tal y como informó El Confidencial este miércoles, el encuentro entre el Skenderbeu albanés y el Sporting de Portugal levantó muchas sospechas, que más tarde las autoridades confirmaron. De hecho, todas ellas se levantaron por el escandaloso resultado del partido, en el que los lusos vencieron por 5 a 1 y en el que el último tanto lisboeta generó muchas dudas.

Y es que con 4 a 0 en el marcador, el volumen de apuestas que se realizaron a favor del quinto gol fue excesivamente elevado. Por ello, cuando se consumó el tanto, las sospechas ya eran una evidencia. Tal y como confirmó Federbet -la asociación que monitoriza buena parte de las apuestas mundiales- ocurrió «exactamente lo contrario de lo que pasa en un partido normal«. Blanco y en botella, el partido ha quedado bajo sospecha

Sin duda, esta es una de las prácticas más comunes a la hora de hablar de partidos amañados: la avalancha de apuestas a un mercado que, de manera habitual, no tendría tal cantidad de movimiento de dinero, en muchas ocasiones incluso desde distintos países. Albin Tiusanen, director general de PAF en España, confirma a El Confidencial cuáles son los mecanismos que tienen las casas de apuestas para tratar de evitar estas situaciones.

«Tenemos una serie de filtros, gente que analiza casi en tiempo real cómo se desarrolla un partido. Lo normal es que detectemos en un evento que no es importante la entrada de grandes cantidades de dinero o de apostantes. Ahí es cuando sabemos que podría haber un fraude y lo que hacemos es congelar el partido y quitarlo de las apuestas. Lo pasamos a las autoridades y se inicia una investigación», confirma Tiusanen.

Pero los apostadores han encontrado la manera de hacer daño a las casas de apuestas sin que estas puedan hacer gran cosa. Efectivamente, cuando ven apuestas a un resultado, se congela y se deja de ofrecer retribución económica. Pero, ¿qué pasa cuando hablamos de otros eventos? Es decir, ¿y sí el usuario no mete dinero a grandes e inesperadas goleadas, sino que lo hace a otro tipos de situaciones de juego que no se pueden controlar.
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Mercados que no se pueden manejar
«Cuando hay un partido amañado, el jugador que lleva a cabo una acción loca, como un penalti o recibir una expulsión, a veces tiene un bonus«, confirmaba Federbet. Y es que este se ha convertido en el nuevo nicho para las trampas en el fútbol: tan vigilados los resultados, ahora han encontrado una manera de bordear la ilegalidad provocando que su detección sea realmente complicada. ¿Cómo controlar algunas acciones de juego?

Por ejemplo, algunas casas de apuestas ofrecen grandes pagos por acciones que no se ven muy comúnmente en el campo de fútbol. Así, que un jugador se meta un gol en propia puerta, que sea expulsado o agreda a un rival se convierten en acciones con cuotas muy altas. O, lo que es lo mismo, permiten ganar buenas cantidades sin tener que realizar apuestas elevadas. Y, por tanto, se evita levantar sospechas gracias a los bonus que generan.

Sin ir más lejos, en el citado partido entre el Sporting de Portugal y el Skenderbeu, el equipo albanés sufrió la expulsión de un jugador y cometió dos penaltis, acciones que seguramente tuvieran cuotas elevadas y que no levantarían por sí solas demasiadas sospechas… aunque combinadas entre sí y con una goleada recibida, se convierten en todo un reclamo para las autoridades. Hecha la ley, hecha la trampa.

Fuente: bing.com