Sergio Calzón, Eduard Pina y Xavi Molina

Tres jóvenes de Barcelona crean una moneda virtual llamada Drac y toda una plataforma a su alrededor para familiarizar a las personas al margen de las mismas con su uso.

Mientras el sector tecnológico asiste, igual de impaciente que ilusionado, al auge imparable del blockchain y las criptodivisas, aquellos que viven al margen, son bombardeados con cantidad de noticias negativas sobre el tema. Puede que tal revolución tecnológica sólo motive a los pocos privilegiados que la entienden, porque el resto no siente que sea algo que va con ellos. Y mira que se dice que la criptomoneda es, hoy, lo que en los 80 fue Internet.

Quizás por eso, esto no es tanto una historia de tres jóvenes catalanes creando una nueva criptomoneda, Drac, como una de los mismos tres jóvenes construyendo todo un proyecto alrededor de la misma. Convirtiendo a Drac, en definitiva, en el vehículo de financiación de su idea. Además de ser, gran parte de su cometido, que el blockchain, las criptomonedas y todo lo que las rodea llegue donde hoy no lo hace.

La conversación con los creadores de Drac y fundadores de la Drac Platform empieza con el resumen de lo que hacen. «Normalmente las criptomonedas se enfocan a un solo tipo de negocio: es decir, todas sirven para vender y comprar productos, pero tienen muchas otras funciones», arranca el COO de la iniciativa, Xavi Molina. «Nosotros tenemos cuatro tipos de negocio dentro del proyecto».

Drac Pay, una aplicación para comprar y pagar en el mundo físico y virtual con criptomonedas; Drac Fund, un fondo de inversión en criptomonedas y proyectos relacionados con ellas; Drac Bet, relacionado con apuestas con este mismo tipo de divisa; y Drac Social, enfocado a ONGs y al ámbito más social.

«La moneda funciona actualmente para financiar todo este proyecto», detalla el CEO, Eduard Pina. «Drac es nuestra forma de financiar el lanzamiento de estas ramas, de alimentarlas y gestionarlas«.

Dicho esto, mejor retroceder y empezar por el principio. Qué es qué. La explicación técnica la tiene el analista de datos de la empresa, Sergio Calzón. «Hay que diferenciar entre moneda virtual y criptomoneda. La primera puede ser cualquier método de pago online (sean monedas con cara de tortuga que permitan comprar macarrones en un supermercado o las que aparecen en el Mario Bros)», detalla. «Las criptomonedas se llaman así porque están basadas en un algoritmo criptográfico llamado blockchain».

Le complementa Xavi Molina: «Se llaman criptomonedas, pero no deben entenderse como monedas como tal, sería más representativo decir que son acciones o participaciones de proyectos, porque si el proyecto va bien o mal, su precio varía». Eso sí, y en eso insisten reiteradas veces, no son acciones.

En este panorama, el Bitcoin, como divisa de referencia por ser la primera en nacer, se usa como si fuera la moneda de cambio, la que se utiliza para comprar todas las otras. «Igual que todas las acciones en bolsa cotizan sobre el dólar o el euro, aquí se hace sobre Bitcoin», explica Sergio Calzón.

Las preguntas se amontonan. Si Bitcoin es la referencia, ¿por qué usar cualquier otra? Si es un método de pago como cualquier otro, ¿por qué no seguir con el pago digital con euros, dólares o lo que sea?

Respecto a lo segundo, «el dinero que tienes asociado a un banco no es tuyo, cuando éste quiera te puede cerrar la cuenta, mientras que en el caso de las criptomonedas tu eres tu propio banco», responde Xavi Molina. Lo primero, requiere algo más de explicación.

«Las monedas virtuales tienen dos usos principales: uno es la especulación y el otro la funcionalidad que ofrezcan», explica Sergio Calzón. «Si compras Drac puede ser porque crees que puedes especular con ello, como con cualquier otra moneda, o bien porque crees en el proyecto y quieres utilizar Drac para incentivar alguno de los servicios que ofrecemos», profundiza Xavi Molina.

Sea como sea, el entorno de las criptodivisas suele funcionar de modo que el usuario cambia euro por Bitcoin (una especie de entrada en el mundillo) y luego Bitcoin por la criptomoneda que se quiera. Siempre pasando por una casa de cambio virtual que tendrá su modus operandi particular.

Para el fabricante de la moneda, es algo más complejo. Porque hay monedas minables y no minables. Unas se crean todas a la vez, y otras por fases. Unas están limitadas y otras no. Y el proceso de venta tiene que arrancar sí o sí en una Initial Coin Offer (ICO). Que es el momento en que la moneda creada sale a mercado para que la compre quien quiera. La de Drac, por ejemplo, empieza el 12 de diciembre.

El éxito residiría en que se vendieran todas, y que luego, quienes la hubieran adquirido, las vendieran a otros (no olvidar que la virtual, es una moneda divisible, y que se pueden comprar 0,00000001 bitcoins) para que se extendieran hasta convertirla en norma. «Si vendes todas las monedas, puestas al precio que tú quieras, y la gente te las compra en esta primera ronda llamada ICO, los proyectos salen a cotizar en distintas casas de cambio, que es donde se compran y venden las monedas», explica Xavi Molina.

No contentos con todo lo que implica eso, parte del cometido de Drac es la pedagogía. Hecha a través de dos vías: con una quinta rama en su plataforma dedicada al asesoramiento y con el propio ejemplo.

«Hay mucha gente que se ha subido al carro de la criptomoneda porque es algo que está de moda, y hay noticias cada día de estafas, pero esto es gente cuya sede social está en un destino indefinido, o en paraísos fiscales», indica Eduard Pina. «Nosotros estamos aquí, somos Xavi, Eduard y Sergio y no nos escondemos, no nos iremos con el dinero».

De entre todo lo que conlleva la existencia de la plataforma Drac (fondos de inversión a modo de incubación de proyectos, plataforma de apuestas e inversión social todo con criptomonedas) quizás lo que más llama la atención es una plataforma de pago que funcionará en establecimientos físicos que se les asocien. Con la ICO a punto de arrancar, no pueden dar nombres, pero aseguran que hay muchas empresas interesadas.

«Llevamos algo más de dos años en el proyecto, por lo que hemos creado vínculos y una comunidad, hay gente interesada, inversores… Hay un poco de todo», concluye el CEO.

Y la conversación llega a su fin, con un par de reflexiones finales. «Estamos en ese momento en que no hay nada regulado, apoyado y no es una tecnología oficial«, indica el mismo Eduard Pina. «Nosotros intentamos acercar este paso, para poder hacerlo todo legalmente».

«Nos encontramos hoy en la criptomoneda como si fueran los años 80 para Internet», termina Xavi Molina. «Estaba empezando, la gente comenzaba a preguntarse qué era eso, pero no se aplicaba, solo unos pocos lo dominaban». Estamos en esa época, asegura, pero pocos años faltan para que se consolide.