Salón de Juego de Burgos

El Ayuntamiento trabaja en la modificación del PGOU para evitar que se instalen junto a viviendas o próximas a centros educativos. Estos locales deberán acogerse a la categoría de ‘uso productivo terciario recreativo’ para lograr licencia.

Los salones de juego, casas de apuestas, casinos y salas de bingo forman parte desde hace unos años del paisaje de los distintos barrios de la ciudad, lo que preocupa a las asociaciones que trabajan con los jugadores patológicos y también a los políticos. Poco se puede hacer con los negocios que ya están instalados pero sí ponérselo un poco más difícil a los nuevos. En el caso del Ayuntamiento el arma que tiene a su disposiciones es la modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para evitar que se sigan instalando en zonas en las que hay viviendas, colegios y otros negocios y se les obligue a ubicarse en polígonos industriales o zonas comerciales o lo que es lo mismo alejarles de los núcleos de población.

La propuesta que ha realizado la Asociación para la Rehabilitación del Juego Patológico (ABAJ) es crear una nueva categoría específica para conceder licencia a estos establecimientos de juego regulado denominada de uso productivo terciario recreativo para separarla de otras actividades de naturaleza diferente que no son susceptibles de causar juego patológico. De este modo, no solo estaría prohibida la actividad en los entornos residenciales sino también cualquier publicidad, promoción o señalización de este tipo de establecimientos.

El arquitecto Próspero García-Gallado, que ha sido el encargado de elaborar el documento que respalda la solicitud de ABAJ, recuerda que la salas de juego han experimentado un notable crecimiento. Mientras en Castilla y León el número de establecimientos se ha duplicado en los últimos años mientras que el caso de Burgos casi se ha multiplicado por cuatro.

Con el PGOUde 2014 las salas de juego se consideraban una actividad económica y podían ubicarse en zonas industriales o comerciales pero con la modificación puntual de 2016 llegó el problema al equipararse a un salón de juego infantil (los típicos parques interiores con columpios y colchonetas). «De poderse colocar en tres normas zonales se pasa a poder hacerlo en diez, prácticamente en todas las zonas del municipio salvo el barrio de Cótar y empiezan a crecer las peticiones de licencias», señaló el arquitecto.

Fuente: diariodeburgos.es