Desde hace años se viene comentando que los casinos tipos Las Vegas arribarían a Miami.
Con la aprobación de la enmienda 3 en las elecciones del 6 de noviembre, se dio otro paso en ese sentido. La controversia desde entonces no ha cesado, sobre los aspectos positivos o negativos que acarrearía dicha acción.
Evidentemente, para muchos la llegada masiva de casinos a nuestra área sería una panacea para muchos sectores porque generaría una serie de recursos en diferentes campos.
En publicidad sería fenomenal porque la competencia por atraer más apostadores hará que los casinos se anuncien diariamente en TV, radio y prensa, así como en las redes sociales. Los vuelos a Miami vendrían completamente vendidos. Los taxis, Ubers y afines trabajaría sin cesar en la zona. La ocupación hotelera estaría en el tope. Y lógicamente, la construcción de nuevos hoteles y casinos demandaría miles de posiciones. Los precios de propiedades cercanas a los casinos se revalorizarán.
Desde luego, no todo es color de rosa. Normalmente un cordón de miseria rodea a los casinos como ocurre en Atlantic City y Las Vegas. Adicionalmente, Nevada está entre los estados con mayor tasa de desempleo (4.4 por ciento en 2018) y mayor cantidad de ejecuciones hipotecarias.
Tal vez los problemas principales que muchos avizoran son la clase de turismo que atraen los casinos y el inclemente tránsito automotor que azotaría a la ciudad, la cuál no fue ideada con la infraestructura necesaria para manipular en corto plazo un incremento de un 300 por ciento en el tráfico de vehículos.
Y como todos los problemas generalmente tienen un final económico, una avalancha de casinos también la tendría. El flujo de turistas y visitantes sería mayormente a los complejos hoteleros donde radiquen los colosos del juego. Por ejemplo, el Grupo Genting que hace unos años adquirió las instalaciones previas de The Miami Herald, así como el hotel Omni, planeaba construir un mega casino-hotel de cinco torres con acceso a la bahía.
Aunque se dice que el flujo de clientes sería tan enorme que inundaría también las calles circundantes, los primeros cinco años el público sería atraído principalmente por el glamour y atracciones ubicadas dentro de los complejos, de manera tal que las ventas en tiendas y restaurantes aledaños sería minúscula y probablemente con pérdida. Peor aún acontecería en regiones actualmente turísticas y alejadas de los centros de apuestas, como Miami Beach, por ejemplo, y otras zonas cercanas como Hollywood y Fort Lauderdale.
Evidentemente, hay fuertes grupos que cabildean para que la avalancha de casinos no se convierta en realidad. El principal es Disney World quién eventualmente teme que una Meca de juego en Miami drene el flujo de turistas que actualmente tienen ellos.
Aunque el tipo de turismo que vendría a Miami sería del tipo vicioso y no familiar, es de suponer que muchos destinos vacacionales pueden cambiar y con ellos una reducción en las ventas pudiera ocurrir. Por supuesto, los otros cabildeos que se oponen a los casinos masivos son la tribu Seminole y los casinos que actualmente ya existen en la ciudad. Lógicamente, no quieren más competencia. Un tercer opositor a los casinos masivos sería el espectáculo de las carreras de caballos.
En la Florida por ley para poder obtener una licencia de casino es necesario operar una de estas tres actividades: carreras de caballos, carreras de perros o Jai Alai. Ya las carreras de perros, por la enmienda 13 votada en las pasadas elecciones, quedan abolidas a partir del año 2021.
Ahora con la enmienda 3 que le otorga el control de los juegos de azar a los votantes, se espera que a través de un referéndum los condados puedan votar para expandir el juego en sus predios. No está claro si la expansión se refiere a permitir la ampliación de los negocios existentes o aceptar la llegada de nuevos casinos.
Por años ha existido en Tallahassee un proyecto de ley conocido como Decoupling que permite a los casinos operar sin la obligatoriedad de carreras de caballos, perros o Jai Alai. Aunque los legisladores estatales aún no se han puesto de acuerdo respecto a ella, es probable que los hagan pronto. Lamentablemente de esta forma las carreras de caballos y Jai Alai quedarán a punto de eliminación por el costo que acarrea su operación.
Todo parece indicar que se expandirán los casinos. En vista que muchos negocios se afectarán dado que una parte de los salarios locales se apostarán en vez de consumirse, se le debe exigir a los casinos foráneos que al menos un 30 por ciento de sus ingresos brutos sean invertidos en el área y no repatriados a su casa matriz.
Si no hacemos esto, corremos el riesgo de imitar a Las Vegas en sus índices de desempleo y ejecución hipotecaria.