Macao es un lugar que no deja de ser utópico para muchos. Por ejemplo, para los portugueses, quienes aún hablan de su excolonia en China con un aire de romanticismo.
No en vano, el portugués es aún lengua oficial y el centro histórico del lugar es exactamente igual que el de cualquier ciudad lusa. En Asia, en cambio, Macao es más conocido por ser una versión oriental de Las Vegas en Asia, donde el juego y la prostitución no solo resultan legales, sino que son la fuente de la que fluye toda la riqueza del que antaño fue un puerto europeo en China. Una sociedad pudiente y lucrada en ruletas y tragaperras.
Además de ser una riqueza de cara a la galería que llena las bocas de los políticos macaenses cuando repiten la predicción del Fondo Monetario Internacional, que ya ha anunciado que en 2020 la excolonia portuguesa será el estado más rico del mundo. O al menos donde el PIB nominal será más alto en el planeta. De la misma manera en que sacan pecho al anunciar -según sus estudios- que su modelo de negocio con la prostitución ha llevado al mínimo el porcentaje de infectados de sida. Para redondear la fábula, la Administración macaense recuerda constantemente que todo residente en el país tiene derecho a una renta básica sin necesidad de hacer nada.
Una justificación de su modelo que evita decir que Macao es la zona más súperpoblada del planeta, con una población de 650.900 personas en poco más de 30 kilómetros cuadrados. Donde, además, la pobreza es rampante y las clases medias han sido aplastadas por el aumento de los costes de la vida en un lugar, cuando menos, artificial.
Arquitectura de ciudad portuguesa, casinos de Las Vegas y prostíbulos de lujo. Visitantes que van a quemar dinero, a veces, por eso de blanquear capitales. Apartamentos a precios similares a las ciudades más ricas del mundo. Y salarios de país asiático que a veces no llegan ni al mileurismo.
Ya lo dicen constantemente en los casinos que lo dan y lo quitan todo en Macao. No importa cuán relucientes sean los neones de las ruletas y las mesas de juego. Al final, la casa siempre gana.
Dos modelos económicos
Macao es una de las regiones especiales de China. Como lo es Hong Kong, que se encuentra a poco más de 55 kilómetros de distancia. Uno de esos lugares que el Partido Comunista Chino no pudo engullir a principios de siglo y a los que decidió otorgar un régimen especial. Macao tiene independencia en casi todo frente al gigante asiático y funciona como un país independiente, con un pasaporte especial y libertad para gestionar sus leyes. El ejército y la unidad nacional sí que recaen en el país más poblado del mundo.
Sin embargo, la dependencia de China por parte de Macao es gran parte de sus problemas sociales, y en realidad hay mucho más que lo pactado. “La corrupción es rampante”, dice el político en pos de la democracia Pereira Coutinho, quien critica que el jefe del ejecutivo se elige por un comité no electo que, por supuesto, es favorable a las políticas de Pekín. Además, afirma que el Gobierno macaense está dominado por magnates y políticos chinos que buscan, obviamente, el crecimiento acelerado que vive el pais al calor de las tragaperras. Macao rinde cuentas por casi todo a Pekín, por lo que el Partido chino puede tener un lugar de recreo para sus ciudadanos más ricos y acusar al colonialismo de ello. Al fin y al cabo, siempre pueden refugiarse en que fueron los portugueses los que llevaron el juego a Macao hace varios siglos.
El Partido Comunista Chino intentó hacer lo mismo en Hong Kong y poner a sus políticos a dedo, pero se encontró con una población en pos de la democracia que rechazó dichas medidas y aún protagoniza manifestaciones en contra de ello. Pero en Macao, donde la demografía es mucho menor, fue fácil colocar a un ejecutivo a su medida.