Manuel Lao, presidente de Nortia

Manuel Lao Hernández (Doña María, Almería, 1944), dueño hasta 2018 de la multinacional del juego Cirsa, le ha doblado el brazo al azar. Tras 40 años de actividad en un sector complicado como el del juego y los casinos, marcado por dos décadas de batallas enconadas con sus grandes rivales –los hermanos Joaquín y Jesús Franco, de Recreativos Franco– el empresario ha salvado con holgura negocios y patrimonio.

Quienes le conocen aseguran que no ha sido cuestión de suerte, sino de una mezcla de tenacidad, carácter e intuición con la que ha sabido corregir errores y apartarse a tiempo del tapete para hacer nuevos negocios con su holding familiar Nortia Capital Investment. El último movimiento ha sido la entrada en el sector financiero con Myinvestor.

Ni la complejidad del negocio del juego, ni las delicadas relaciones que tejió durante años con políticos –léase la Convergencia de Jordi Pujol– y Gobiernos, incluido el de Menem en Argentina, afectaron a sus planes. De su tiempo como uno de los grandes zares del juego queda un casino flotante en Buenos Aires, una sociedad –Halkkon Capital Partners– y los recuerdos de una época de agitación y escándalos político-económicos que extendieron una sombra de sospecha especialmente densa sobre los empresarios más conocidos del negocio: Manuel y Juan Lao (Cirsa) y su némesis, los hermanos Joaquín y Jesús Franco (recreativos Franco).

Las dos parejas de hermanos, rivales, controlaban la mayoría de las tragaperras y fueron grandes enemigos. En algún momento –cosas de la vida y los negocios– también fueron socios. Los Lao, los Franco y el que fue director general de la ONCE, Miguel Durán, planearon el lanzamiento de una lotería estilo ONCE en Argentina –La Solidaria– que no cuajó. El reparto de porcentajes –40% Lao, 40% Franco y 20% Durán– adelantaba un pulso que acabó en guerra y liquidación.

Desde entonces, la ruleta ha dado muchas vueltas. Lao vendió Cirsa en 2018 al fondo de inversión Blackstone por más de 2.000 millones de euros. Fue el punto final al proyecto de su vida, el que había creado 40 años antes junto a su hermano Juan. Cambiaron de manos 147 casinos, 178 salones, más de 75.000 máquinas recreativas, 70 bingos y 2.000 puntos de apuestas deportivas en España, Italia y América Latina. Lao no pudo cumplir a tiempo el sueño de sacar a Bolsa su emporio. Tampoco lo ha hecho todavía Blackstone. Pero a cambio, Lao ha amasado un buen resto para nuevas partidas.

En eso está el empresario. Desde Nortia Capital Investment, el holding inversor de su propiedad –97% del empresario y 3% repartido entre su mujer y sus hijos Manuel, Esther y Lidia– apuesta en sectores diversos. Para supervisar las inversiones en alimentación, infraestructuras, energías renovables y hoteles, Lao eligió hace menos de un año al financiero Juan Antonio Alcaraz, exdirector general de Caixabank. Alcaraz pilota el holding familiar. Su último movimiento ha sido la entrada en MyInvestor, el neobanco respaldado por el Grupo Andbank, AXA, El Corte Inglés y varios gestores de patrimonios familiares españoles.

Inversiones variadas

Hay más inversiones. Nortia es el segundo mayor accionista de la socimi inmobiliaria Merlin Properties, con un 8,2% del capital y ha llegado al 5% en la constructora Sacyr. Estos dos son, quizá, los naipes más notables de una mano de intereses en la que también figuran inversiones en infraestructuras a través de Serena Industrial Partners; en energías renovables a través del fondo Q-Energy y en gestión de activos mediante el 15% de la firma Arcano.

En la partida también cuentan inversiones en hoteles (Grupo Pulitzer, especializado en hoteles boutique urbanos); en tecnología para la transición energética –fondo Andrómeda– y en alimentación de moda –foodtech– a través del fondo McWin Food Ecosystem Fund.

Es una lista de inversiones larga, pero coherente con la fortuna amasada por Lao, incluido en el top 50 del Ranking de las mayores fortunas de España en la lista Forbes. Un logro notable para el muchacho de Almería que con 12 años emigró a Terrassa (Barcelona), que estudió maestría industrial y que aprendió de lotería, boletos y apuestas en los bares en los que trabajó de camarero.

Lao, amante de los bonsáis, tiene un carácter duro, pragmático –coleccionaba asesores– y una intuición que le llevó a corregir errores y a firmar la paz con sus rivales, los Franco, cuando lo consideró oportuno, allá por el año 2000. Miguel Durán, que fichó por los Franco y Andreu Morell, el hombre de confianza de Lao durante años, firmaron el armisticio tras décadas de batallas empresariales y juego subterráneo. “Los Franco y Los Lao, en contra de la imagen que se extendió en su momento”, explica Durán, “no eran ni mejores, ni peores que otros. Eran empresarios hechos a sí mismos que pelearon con Administraciones que, en muchas ocasiones, les trataron como sospechosos”.

Los Lao y los Franco nacieron y crecieron como empresarios en una época marcada por la corrupción política y los negocios turbios. Y no solo en el juego. Economía A y Economía B. Dinero negro. Los recelos estaban justificados porque el sistema tenía enormes respiraderos por los que se escapaba el dinero. No solo en el juego, sino en actividades de enorme impacto como la construcción. Época de grandes fincas, cacerías, vigilancias al rival, pulsos soterrados y “palos verdes” –así se denominaba el millón de dólares que cambiaba de manos bajo el radar en Argentina–. Época pasada. O no. En todo caso, Lao ha aplicado lo que dijo un elocuente romano:”si es preciso sucumbir, enfrentémonos con el azar”.

Fuente: msn.com