Melendi (35 años) está bajo la lupa policial. El artista está siendo objeto de una investigación por su afición al juego ilegal. Según fuentes de la Policía Nacional, el cantante frecuenta un discreto chalé en Madrid donde se organizan timbas de poker de hasta 100.000 euros de bote en dinero negro. Se da la casualidad de que en el pasado mes de septiembre, Melendi (35 años) sufrió un extraño incidente en mitad de la A-1 cuando iba conduciendo en compañía de su novia Julia Namakatsu. Hasta tres vehículos trataron de sacarle de la calzada. El músico salió indemne de la emboscada y no denunció los hechos ante la Guardia Civil, un comportamiento que ha hecho sospechar a los agentes de que tras este altercado podría encontrarse una deuda de juego con algún salón de juego ‘sin papeles’.
El cantante, que se encuentra ahora promocionando su último disco Un alumno más, era todo un habitual de una de las salas privadas del casino de Torrelodones. Ahí conoció a una persona que le invitó al chalé donde se organizan partidas clandestinas y que se encuentra muy cerca de la madrileña calle de Alberto Alcocer. Allí se darían cita desde empresarios como el propietario de una conocida aerolínea española hasta futbolistas, artistas, jueces o notarios. LOC se ha puesto en contacto con varios de los clientes de este club privado donde se juegan desde partidas de poker Omaha (cuatro cartas) hasta partidas de parchís o dominó.
«En este casino se apuesta muy fuerte. Se juegan botes de 6.000 euros, aunque cuando vienen empresarios y futbolistas los botes alcanzan los 100.000 euros. También hay partidas de dominó donde la gente se juega 10.000 euros«, asegura un compañero de timba de Melendi que ha compartido largas partidas con el artista. Este jugador conoce al dedillo su particular estilo de juego.
«Melendi es buen chaval, lo que pasa es que es nerviosillo. Es muy impulsivo, cuando está centrado juega bien, pero cuando se toma cuatro gin tonics ya juega muy agresivo. Ha perdido mucha pasta y ahora es probable que deba bastante dinero», subraya. Eso sí, este jugador asegura que la persecución que sufrió el artista en mitad de la autovía no fue orquestada por los responsables de este casino clandestino. «No creo que tenga nada que ver con ellos, porque Melendi siempre va pagando. A lo mejor tarda tres meses en hacerlo, pero los dueños del casino siempre confían en él porque saben que gana mucha pasta con sus conciertos», dice.
Otro abonado a las partidas ilegales asegura que Melendi frecuenta también una casa de juegos clandestina en el distrito madrileño de Tetuán.Este salón regentado por un rumano es «algo más turbio», mantiene.
«Hay mafiosillos y peor ambiente», subraya. Este jugador sospecha que los autores de la emboscada a Melendi podrían tener alguna relación con este segundo casino. «Si debe dinero, ahí no se andan con tonterías», resume este amante de las timbas clandestinas. Se da la circunstancia de que el pasado mes de julio, Melendi presentó una denuncia por amenazas en la comisaría de Tetuán. Ya en septiembre sería asaltado en mitad de la A-1 por tres vehículos y no denunciaría los hechos ante la Guardia Civil. El cantante, molesto por el tratamiento informativo que se dio a su incidente, compuso una canción llamada #OtroLíoDeMelendi para defenderse de los ataques de los medios de comunicación.
El chalé de artistas, empresarios y futbolistas
El chalé donde suele jugar Melendi es todo un nido de poderosos empresarios, futbolistas de Primera División, jueces, notarios o artistas de primer nivel. Ubicado cerca de la madrileña calle de Alberto Alcocer, este inmueble está repleto de «personas muy respetables» y no está frecuentado por «mafiosos» como otras salas de juego clandestinas de la capital. «Aquí vienen personas muy serias. No hay mal rollo, la gente viene a jugar y no dejan traer ni a prostitutas», comenta un abonado a este salón ‘sin papeles’. El chalé cuenta con una extensión de 200 metros cuadrados y tiene dos plantas. En la baja se encuentran tres mesas de juego donde se organizan partidas de poker omaha (de moda en la actualidad por su agresividad), parchís y dominó. El funcionamiento de la casa de juego está ideado para evitar problemas si se produce una redada policial. Nunca hay dinero en la casa. Los asistentes juegan a crédito y usan fichas de plástico que tienen un valor determinado. Si ganan, reciben el dinero unos días más tarde en otro local. Si pierden, pagan en el mismo sitio. «Si viene la ‘poli’, le decimos que estamos jugando a las cartas entre amigos y no hay problema», comenta una persona allegada a este negocio oculto. Éste es muy rentable. «La casa gana un 5% del bote de cada jugada, que nunca puede superar los 15 euros. Los responsables se pueden sacar por noche unos 3.000 euros, que son 60.000 euros al mes en negro porque abre de lunes a viernes. A eso solo le tienen que restar 3.000 euros del alquiler de la vivienda, el coste de sus cuatro empleados, los gastos de luz y agua más la comida que le sirven gratuitamente a los jugadores. Se quedan con 50.000 euros limpios», comenta un asiduo al chalé, que suele acudir porque le dejan fumar (en los casinos legales está prohibido), ver la televisión o comerse «un entrecot» mientras se codea con esos maestros del poker que prefieren la intimidad de un chalé al casino de Torrelodones.
Fuente: elmundo.es