Cuando hace unos años Casinos de Tenerife, empresa dependiente del Cabildo insular, comprendió el volumen de negocio que podrían mover los torneos de póker, facultades de la Universidad de La Laguna quedaron plagadas de carteles animando a los estudiantes a convertirse en croupiers.
Se les ofrecía la formación y un contrato eventual para que pudieran continuar con sus estudios mientras desarrollaban trabajos puntuales, esto es, torneos que no realiza el personal fijo (dedicado a ruletas y juegos de puntos o Blackjack).
Pero la moda del póker Texas Hold’Em ha crecido; y los chicos también, algunos acumulan, a lo largo de cuatro años, un informe de vida laboral de no menos de 13 páginas. La razón, el tipo de contratación: los eventuales de Casinos de Tenerife (que se encarga de los clubes de Santa Cruz de Tenerife, Las Américas y Puerto de la Cruz) son dados de alta y de baja cada jornada laboral. Incluso, denuncian, si una noche son contratados por cuatro horas y la partida de cartas concluye antes,quedan a deber el tiempo restante a la empresa.
Sin embargo, ni eso, ni la política de propinas (que les son vetadas, a diferencia de a los trabajadores fijos) le parece lo más doloroso a esta plantilla compuesta por una decena de personas. Lo que más le sorprende es que dinero procedente del erario público se emplee a aumentar la precaridad laboral entre los jóvenes. ‘No trabajamos una vez a la semana, como se nos dijo al principio, sino hasta seis días’ apuntan desde el anonimato para evitar situaciones como las vividas a principios de año.
Despido improcedente
A principios de 2015, aferrados a la cláusula que apuntaba que su contrato era revisable cada tres años, los eventuales de Casinos de Tenerife presentaron una carta a Recursos Humanos en la que planteaban una contratación fija o fija discontinua y, para blindarse en el caso de que, felizmente para ellos, se diera un cambio a este modelo, solicitaron no cobrar menos de los 10 euros por hora que ya percibían. También se puso sobre la mesa la poca antelación con que son avisados para los torneos y la falta de estipulación de períodos de descanso, aspectos ambos que llevan en muchos casos a este personal a no disfrutar de vacaciones.
Tras aquel encuentro a una de las eventuales se la dejó de llamar. ‘No me convocaron más. De hecho, nuestro jefe habitual estaba en aquel momento de vacaciones y le mandé al encargado un mensaje preguntando por qué no me habían avisado. Nunca obtuve respuesta. Es curioso que mi último mensaje con el responsable de torneo fue a propósito del uniforme que necesitaba para el año que viene’ nos dice esta ex trabajadora, cuya experiencia es la de más de 200 contratos en apenas tres años, y a quien el Cabildo acaba de reconocer que su despido fue improcedente en un acto de conciliación. Según se arrojó en el mismo, después de que los eventuales plantearan sus reivindicaciones a la empresa, se prescindió de sus servicios sin ningún tipo de explicación. En cambio, en los meses siguientes a su marcha se realizaron al menos cuatro contrataciones temporales más.
Fuente: cadenaser.com