El hombre apoyado en uno de los ventanales traslúcidos de la casa de apuestas deportivas se hace los cigarrillos de liar sin filtro. Se fuma tres mientras espera que los chavales salgan del instituto.
Es viernes, son las 15.00 horas, está nublado en Cáceres y este fin de semana es la última jornada de Liga. Antes de irse a comer a casa, tres chicos de 16 años se acercan a la casa de apuestas, a dos calles de su centro escolar. «Perdona la espera, Ramón, la profesora se ha enrollado», le dicen al hombre. Los chicos sacan de la mochila un cuaderno pequeño, arrancan una hoja y se la dan con 15 euros en billetes de 5. «Aquí tienes las combinaciones. Mira cómo está el Milán en la Serie A. Si pagan bien le metes un par de euros, está a un punto de la Europa League», le dicen.
Mientras Ramón entra para hacer las apuestas, los chavales nos explican que a ellos les tienen fichados y no les dejan pasar por ser menores. Por ello recurren a la figura de este intermediario. El hombre, extremeño de 43 años, operario de cámara en paro, se lleva entre un 15 y un 20% del dinero de las apuestas ganadoras. «Todo depende de lo que ganen. Normalmente, cuando después quedo con ellos, negociamos mi parte», cuenta.
Confiesa que empezó en este negocio cuando un sobrino menor de edad le dijo que si apostaba por él, le daba una parte si ganaba. «Me saco una propina, nada más. Lo bueno es que ya tengo una cartera de clientes fieles. En mi situación esto, aunque parezca una tontería, me da de comer algunos días».
De lunes a viernes se pasea por las casas de apuestas cacereñas, muchas de ellas situadas cerca de los colegios, y hace el favor a los menores que les gusta jugar. Por las tardes, desde el ordenador de su casa, realiza apuestas online con el dinero de sus clientes fijos.
«Los padres no lo saben claro, me matarían, aunque tampoco hago nada malo. No meten mucho dinero los críos porque no tienen», afirma el intermediario, que reconoce que lo máximo que se ha llevado han sido 50 euros de unas apuestas combinadas de cinco chicos que ganaron 500 euros. «Ahora que ha acabado la Champions es una putada porque esos partidos son los que más se gana. Pero viene una Eurocopa y la Copa América, así que espero que el verano sea productivo».
Ramón no es el único intermediario. Las asociaciones de padres, los centros escolares y el Servicio de Atención a la Familia que tiene la Policía Nacional ya han alertado de la existencia de estos hombres que se aprovechan de que los menores, en principio, no pueden entrar en estos sitios.
«En muchas casas de apuestas presenciales ni te piden el DNI. Y a online siempre puedes usar el carné de tus padres o de algún mayor de edad. Es muy fácil suplantar una identidad para apostar», explica Juan Lamas, director técnico de FEJAR (Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados).
En Madrid, acompañamos a un grupo de cinco chicos de 15 y 16 años a una casa de apuestas deportivas en el centro de la ciudad. Van todas las semanas. Nos explican las diferentes trampas que hacen para poder apostar. «Yo tengo un DNI caducado de mi hermano mayor», cuenta uno. Otro chico cuando le piden el carné, dice que se lo ha olvidado en casa, pero enseña al dependiente del centro una foto que tiene de un DNI que tiene manipulada la fecha con photoshop. «Siempre cuela», afirma orgulloso.
Aquí no vemos a intermediarios, pero las varias asociaciones de apuestas deportivas nos dicen que están en toda España. «Presentamos al Parlamento una propuesta para que toda sale de juegos tuviera un control de acceso para que no pasen los menores, porque por Internet el control es más estricto, aunque salvable», cuentan desde FEJAR.
Fuente:elmundo.es